miércoles, 20 de diciembre de 2017

El tiempo pasa y hay que aprovecharlo.

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Lo que dice el título de este relato es cierto, hay que aprovechar el tiempo de nuestra vida, disfrutar cada segundo al máximo, como si fuera nuestro último segundo, les relatare una historia de cómo supe que hay que vivir la vida a nuestra manera y disfrutarla segundo a segundo.
Yo cuando estaba en educación primaria, era un chico muy tímido y retraído, que siempre evitaba dar mi opinión en clases, nunca me gustaba socializar con mis compañeros, y eso me hacía ser una persona solitaria, en el receso nunca compartía con ningún niño, siempre comía mi merienda sentado en un rincón del patio solitario, hasta que un día eso empezó a cambiar cundo estaba en bachillerato.
En el bachillerato yo estaba como siempre solo en el patio sin hablarle a nadie leyendo un libro cuando llego una persona la cual en la actualidad se ha convertido en mi mejor amigo me dijo. - hey tú, porque siempre te la pasas solo, quiero decir, no hablas con nadie y siempre tienes un libro en la mano- a lo que yo le conteste. –No sé, tengo miedo de socializar, además me gusta mi soledad, me reconforta-.
En una larga charla el me explico que no podía perder el tiempo, que tenía que disfrutar como un adolecente que era, salir a fiestas, divertirme con lo que más me gustaba y sanamente, que a vida era un vaivén de emociones que tenía que disfrutarla y nunca perder el tiempo ya que el tiempo vuela y los minutos días horas y años pasan rápido.
Un día en mi casa acostado recordé lo que me dijo este chico y fue así como empecé a disfrutar mi vida, empecé a conocer gente, me dediqué a lo que más me encantaba que era el canto y en la actualidad vivo feliz. La moraleja de este relato es, nunca desperdicies tu tiempo, vive tu vida y disfrútala sanamente.


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