Lo que dice el título de este
relato es cierto, hay que aprovechar el tiempo de nuestra vida, disfrutar cada
segundo al máximo, como si fuera nuestro último segundo, les relatare una
historia de cómo supe que hay que vivir la vida a nuestra manera y disfrutarla
segundo a segundo.
Yo cuando estaba en educación
primaria, era un chico muy tímido y retraído, que siempre evitaba dar mi
opinión en clases, nunca me gustaba socializar con mis compañeros, y eso me
hacía ser una persona solitaria, en el receso nunca compartía con ningún niño,
siempre comía mi merienda sentado en un rincón del patio solitario, hasta que un
día eso empezó a cambiar cundo estaba en bachillerato.
En el bachillerato yo estaba como
siempre solo en el patio sin hablarle a nadie leyendo un libro cuando llego una
persona la cual en la actualidad se ha convertido en mi mejor amigo me dijo. -
hey tú, porque siempre te la pasas solo, quiero decir, no hablas con nadie y
siempre tienes un libro en la mano- a lo que yo le conteste. –No sé, tengo
miedo de socializar, además me gusta mi soledad, me reconforta-.
En una larga charla el me explico
que no podía perder el tiempo, que tenía que disfrutar como un adolecente que
era, salir a fiestas, divertirme con lo que más me gustaba y sanamente, que a
vida era un vaivén de emociones que tenía que disfrutarla y nunca perder el
tiempo ya que el tiempo vuela y los minutos días horas y años pasan rápido.
Un día en mi casa acostado
recordé lo que me dijo este chico y fue así como empecé a disfrutar mi vida,
empecé a conocer gente, me dediqué a lo que más me encantaba que era el canto y
en la actualidad vivo feliz. La moraleja de este relato es, nunca desperdicies
tu tiempo, vive tu vida y disfrútala sanamente.
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